Michel Desmurget, director de investigación en neurociencia en el Instituto de Ciencias Cognitivas Marc Jeannerod de Lyon, escribió un artículo muy interesante en la revista científica Mente y Cerebro, en el número 103 de 2020 sobre la forma en la que las pantallas perjudican el cerebro de los niños.
En este artículo Michel explica que nuestro cerebro está equipado específicamente para la interacción humana. Los rostros y las voces captan su atención más que cualquier otro estímulo visual o sonoro. El cerebro reacciona con mayor intensidad a la presencia física de una persona que si la ve grabada en un vídeo. Esto explica la importancia y el carácter irremplazable de las interacciones humanas para el desarrollo del niño y adolescente, y cuanto más se intensifican el uso de dispositivos digitales, más se debilitan esas interacciones. Además, cuando el padre y la madre están utilizando constantemente un smartphone o una tablet, esas relaciones pierden fuerza y se van resintiendo.
Muchos estudios corroboran que cuanto más tiempo pasa un niño ante distintas pantallas, más posibilidades tiene de acabar en la consulta del logopeda. A los 18 meses la posibilidad se multiplica por 2,5 por cada media hora que pase con una tableta digital. En cuanto a la tele, entre los 15 y 48 meses, el riesgo se cuadriplica. Este factor de riesgo llega hasta 8 cuando el empleo de las pantallas reduce a menos de dos horas diarias la extensión de los intercambios verbales intrafamiliares.
Incluso los programas dirigidos a la infancia son nocivos. Antes de los 2 años, cada hora de emisiones supuestamente dedicadas al desarrollo del lenguaje amputa el léxico casi un 10%. A partir de los 3 o 4 años el niño puede aprender palabras viendo determinados programas llamados “educativos”, pero el coste en tiempo es muy elevado. Mientras que de forma general bastan dos o tres exposiciones por parte de una persona para que un niño aprenda un vocablo, se necesitan normalmente decenas de ellas si se quiere enseñar mediante un vídeo. Esto solamente con el léxico. Hasta ahora, ningún aprendizaje gramatical, ni siquiera elemental, se ha podido describir en respuesta a una exposición audiovisual.
El cerebro humano aprende mucho mejor con una persona que con un tutorial o un vídeo en el que aparezca esa misma persona, ya que nuestra estructura neuronal está equipada, moldeada y construida para la interacción humana. De esta manera, si se enseña a un niño de dos o tres años a encontrar un objeto en una habitación, imitará fácilmente lo que haya hecho una persona pero no lo que haya visto en una presentación audiovisual.
Los estudios de gran alcance sobre el informe PISA de la OCDE demuestran que cuanto mayor es la responsabilidad pedagógica que se transfiere de las personas a las máquinas, peores son los resultados de los alumnos y más aumentan las desigualdades sociales.
La atención
El cerebro humano está diseñado para la ejecución de una sola tarea al mismo tiempo. Lo único que sabe hacer cuando le obligamos a resolver varios problemas en paralelo son malabares. Ese proceso resulta extremadamente costoso, estresante e ineficiente. Propicia que se cometan errores y desvía una gran parte de los recursos cerebrales. El problema es tan grave que su poder destructivo afecta también a largo plazo.
Con los videojuegos denominados de acción, que demandan continuamente procesos sensoriales visuales y auditivos, a fuerza de practicar, el jugador se vuelve cada vez más permeable a esos flujos de información. Se desarrollan sus aptitudes, pero ese beneficio tiene un coste muy elevado. El aprendizaje que se logra altera la habilidad del usuario para limitar las demandas de su entorno, es decir, la capacidad de concentrarse en una tarea cognitiva determinada. A cualquier edad, esta capacidad de concentración se halla estrechamente ligada al éxito académico.
En resumen, todos estos hallazgos apuntan a que nuestro cerebro necesita tranquilidad y templanza sensorial para desarrollarse de manera óptima. El exceso de imágenes, sonidos y demandas diversas constituye un caldo de cultivo para que aparezcan déficits de concentración, síntomas de hiperactividad y adicciones. Una gran cantidad de estudios han corroborado que el consumo digital de los niños es un factor de riesgo para sufrir un trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), un problema cuya prevalencia se ha disparado en últimos veinte años.
El sueño
Dormir es una necesidad vital. Si se priva a una persona del descanso nocturno, su integridad física, cognitiva y emocional se verá amenazada. Del sueño depende la memoria, la capacidad de atención diurna, el desarrollo cerebral, así como el control emocional, inmunitario y ponderal, entre otras capacidades. Sin embargo, todos los datos epidemiológicos indican que la gran mayoría de los niños y adolescentes de los países llamados “desarrollados” no duerme lo suficiente. Numerosos estudios asocian este hecho con el desorbitado consumo digital actual. Estamos hablando de un promedio de casi 3 horas al día entre los 2 y 8 años, de 4 horas 45 minutos entre los ocho y los 12 años, y de 6 horas 45 minutos entre los 13 y 18 años. Esto actúa en detrimento de otras actividades cotidianas.
La luz que emiten las pantallas interfiere con la secreción de melatonina (hormona del sueño), lo cual termina por dificultar de manera notable que conciliemos el sueño y hace que “aguantemos” más tiempo sin sentir una sensación imperiosa de cansancio.
Nadie está sugiriendo rechazar ciegamente la tecnología digital. Eso sería una estupidez, teniendo en cuenta el impacto beneficioso en muchas áreas (la industria, la investigación, la medicina y el comercio…). Sin embargo, no son esos usos positivos los que aprovechan las nuevas alegaciones de manera masiva. Los niños y jóvenes más bien tienden a su consumo recreativo, cuyo carácter nocivo hemos desgranado a lo largo de este artículo.
Que los usos de dispositivos nos hayan ayudado en la situación actual de pandemia de COVID-19, no debería impedirnos pensar racionalmente en el inmenso impacto perjudicial que comporta el uso los dispositivos digitales para el desarrollo de los niños.
Comments